No permitamos que el mar austral de chile caiga preso del egoísmo de un grupo de ambiciosos

La marina mercante nacional no es marioneta de un pequeño grupo de armadores que se quieren apropiar de la ruta marítima del mar austral
El sentimiento de un marino mercante de Navegar en aguas interiores del Estrecho de Magallanes
Desde el Atlántico hasta el Océano Pacifico, en jurisdicción chilena, son 330 Millas Náuticas (661,16 Km) a velocidad, común de los buques, de 10 Millas Náutica por hora, se realiza en 33 horas. Azotada por vientos arrachados con chubascos de agua o nieve, y olas de gran energía, pero no de la gran envergadura si se realizase por el Cabo de Horno, que colocan en riesgo de zozobra a las naves menores de 50 de arqueo bruto y también algunas mayores. Esta ruta de tráfico internacional, oficialmente, fue descubierta por el navegante Portugués don Hernando de Magallanes en el año 1520  y así quedó demostrada la redondez de la Tierra al circunnavegarla, y se caracteriza por tenerse que extremar las prevenciones del navegante ante las malas condiciones meteorológicas, las mareas y corrientes oceánicas. Tiene profundidades de 28 metros cerca del Atlántico y más de mil antes de salir al Pacifico, el mayor ancho es de 17 Km y lo más angosto de solo 926 metros, igualmente unos bajos en la que cualquier nave quedaría encallada si no la evita con buena anticipación. Las naves pagan una tarifa, a la directemar, por el uso de ésta ruta.
Por aquí se desplazan grandes portaviones, buques petroleros, cruceros, la gran flota china de pesca con sus más de 60 naves en convoy de un océano a otro, y para evitar abordajes u otros tipos de incidentes se cuenta con una red de puestos, habitados incluso sobre peñones, que controlan e informan sobre el tráfico marítimo como asimismo el irrestricto respeto a la abundante señalización, a cargo de la autoridad marítima, y el necesario dominio del idioma ingles para coordinarse entre las naves que surcan el estrecho.
Hasta estos extremos ha llegado la crianza de salmones, y prontamente veremos el desarrollo vertiginoso de los centros salmónidos en alta mar, a donde solo puede acceder nuestra marina mercante nacional que en el último tiempo ha sido tema de debate al querérsele  imponer la idea para bajar los estándares de exigencias a la tripulación y también la seguridad como de la nave misma; contrario a lo que acontece   en las naciones marítimas desarrolladas. En el mar la seguridad y los conocimientos serán pocos para poder enfrentarlo con eficacia, tomando en consideración que por su naturaleza es imposible de ser dominado por el hombre, como catastrófica es su fuerza cuando se desata en plenitud. Estas son razones suficientes para exigir destrezas y conocimientos en la navegación de la única vía natural que une los Océanos Atlántico y el Pacifico, y que entra en la categoría de aguas interiores. Tampoco debe desconocerse el aumento del tráfico de naves de recreación y placer para admirar la imponente belleza de un escenario agreste de altas montañas, islas, ventisqueros y rugientes fenómenos climáticos.  Nada más que navegar el Estrecho de Magallanes nos impone, por vocación profesional y prudencia, tener que perfeccionarnos en el arte de la navegación y mejorar las condiciones estructurales como técnicas de los obsoletos buques chilenos que surcan las aguas desde Puerto Montt al Sur.

Autor Anónimo navegante del mar austral
Departamento marítimo CUT Llanquihue


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